lunes, 13 de mayo de 2013

La prosa de Sor Juana


De las obras en prosa de Sor Juana sólo algunas han llegado a nuestros días. Las más conocidas son la Carta Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.
En la Carta Atenagórica Sor Juana analiza un sermón del jesuita Antonio Vieira, y de una manera muy sutil señala los errores teológicos de dicho sermón. El obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz publica la carta incluyendo una reprimenda para la monja firmada con el pseudónimo de Sor Filotea de la Cruz. El problema fue que al llegar a manos del arzobispo de México fue tan grande su enojo que le exigió a Sor Juana sumisión y renuncia a sus intereses intelectuales. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, Sor Juana defiende su gusto por el conocimiento y también su posición de mujer, ella no se arrepiente de lo que es ni de lo que ha sido.

La Carta atenagórica fue escrita en noviembre de 1690, en Puebla de los Ángeles, por Sor Juana Inés de la Cruz, a petición del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz. Atenagórica significa "digna de la sabiduría de Atenea".1 La carta es una crítica al sermón de Mandato del portugués António Vieira sobre las finezas de Cristo. Sin embargo, es definida como un escrito lleno de "ardientes declaraciones feministas".2
Marca el inicio del fin de la producción literaria sorjuanina. Poco tiempo después, en 1693, Sor Juana emprenderá una serie de obritas llamadas de superogación, en las que pretendía agradecer a Dios por las muchas mercedes recibidas.3
El estilo de la obra es claro y directo, por ser una obra teológica. Sin embargo, sor Juana emplea varias veces razonamientos irónicos y trata con cortesía a todos los implicados.4
La estudiosa italiana Alexandra Riccio plantea que Sor Juana, indirectamente, critica varios aspectos sociopolíticos del sistema colonial, lo que finalmente le granjeó reproches y órdenes de sus superiores para que dejarar de escribir. Dichas alusiones pueden observarse en la Carta, pero también en sus loas y autos sacramentales. Por ejemplo, en el sarao que cierra el festejo de Los empeños de una casa, la poetisa hace cantar juntos a españoles, indios y negros, situación en la que se critica veladamente el orden de castas en la Nueva España.5 La misma Riccio sugiere también un paralelismo entre Sor Juana y el sacerdote insurgente Fray Servando Teresa de Mier, quien fue censurado —al igual que la monja— tras un polémico sermón sobre los orígenes de la Virgen de Guadalupe en 1794.
En marzo de 1691, a modo de continuación de esta carta, Sor Juana redactará la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde se defiende argumentando que el vasto conocimiento que posee de varias áreas es suficiente para que se le permita discurrir en temas teológicos que no deben circunscribirse únicamente a los varones.

Es uno de los textos más difíciles de Sor Juana. Originalmente fue titulado Crisis de un sermón, pero al publicarse en 1690 se le dio el nombre de Carta atenagórica.6 Para Elías Trabulse, el verdadero destinatario de la Carta atenagórica es Núñez de Miranda, quien celebra en sus sermones y escritos el tema de la Eucaristía, central en la Carta. Aunque así fuera, no es improbable que Aguiar se haya sentido atacado por la publicación.7
Santa Cruz hace circular la carta entre la comunidad teológica del virreinato, a fin de restarle influencia al arzobispo. Es conocida la admiración que el obispo de Puebla sentía por Sor Juana, lo que lo lleva a olvidar la actitud antifeminista predominante en el siglo XVII. De modo que la actitud admirativa de Santa Cruz, que lo lleva a editar a sus expensas la Carta, es un gesto poco común entre los intelectuales de su siglo.8
A través de sus principales conclusiones, Sor Juana sostiene que los dogmas y las doctrinas son producto de la interpretación humana, la cual nunca es infalible. Como en la vastísima mayoría de sus textos, tanto dramáticos como filosóficos, la interpretación de tópicos teológicos se convierte en un juego conceptista plagado de ingenio.9
Una de las preguntas que se hace Paz es a quién va dirigida la crítica en la Carta atenagórica. Entre 1680 y 1681 se da en Madrid una disyuntiva por la elección del importantísimo puesto dearzobispo de México, a la salida de Fray Payo Enríquez de Rivera. Fernández de Santa Cruz era uno de las opciones contempladas, junto con Francisco de Aguiar y Seijas. Éste era fiel admirador de Vieira y, al igual que el portugués, pertenecía a la Compañía de Jesús. Al atacar a Vieira en un sermón realizado 40 años antes, Sor Juana se involucra en una disputa por el poder entre ambos clérigos, desafiando a Aguiar y Seijas —conocido por misógino, por censurar el teatro, la poesía y la comedia—. La Carta Atenagórica es publicada por el prelado poblano bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz, con un prólogo en el que éste elogia y critica a la monja por sus atribuciones hacia las letras sagradas.

La Respuesta a Sor Filotea de la Cruz fue escrita por Sor Juana Inés de la Cruz en marzo de 1691, como contestación a todas las recriminaciones que le hizo el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz. No fue publicada hasta 1700, en Fama y obras póstumas del Fénix de México (Madrid: Manuel Ruiz de Murga)
El obispo advierte que ninguna mujer debió afanarse por aprender de ciertos temas filosóficos. En su defensa, Sor Juana señala a varias mujeres doctas, como Hipatia de Alejandría, una filósofa neoplatónica asesinada por cristianos en el año 415.1 Escribe sobre su intento fallido y el constante dolor que su pasión al conocimiento le trajo, pero exponiendo un conformismo, ya que aclara que es mejor tener un vicio a las letras que a algo peor. También justifica el vasto conocimiento que tiene de todas las materias de educación: lógica, retórica, física e historia, como complemento necesario para entender y aprender de las Sagradas Escrituras.
Sor Juana emplea un estilo que varía conforme la Respuesta avanza. En momentos adopta la forma de memorias, luego evoluciona al alegato y finalmente a la exposición de ideas. Generalmente, el lenguaje es llano y nutrido de una prosa amena y familiar. El valor de la Respuesta es el de un extraordinario documento autobiográfico, indispensable para comprender la vida y obra literaria de Sor Juana.2
La Carta de Sor Filotea expresa la admiración que el obispo de Puebla siente por Sor Juana, pero al mismo le recrimina que no emplee su enorme talento en cuestiones teológicas, sino que lo use en temas profanos. Aunque no se declara en contra de la educación de la mujer, sí manifiesta su inconformidad con la falta de obediencia que podrían demostrar algunas mujeres ya educadas. Por último, le recomienda a la monja seguir el ejemplo de otros escritores místicos que se dedicaron a la literatura teológica, como Santa Teresa de Ávila o San Gregorio Nacianceno.3
Sor Juana concuerda con Sor Filotea en que debe mostrar obediencia y que nada justifica la prohibición de hacer versos, al tiempo que afirma que no ha escrito mucho sobre la Escritura pues no se considera digna de hacerlo. También reta, a Sor Filotea y a todos sus enemigos, a que le presenta una copla suya que peque de indecencia. No puede calificarse la suya de poesía lasciva o erótica, por lo que muchos críticos consideran que el afecto que mostraba por las virreinas era filial, no carnal.4

El título completo es “Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz”.
Está dirigida al obispo de Puebla, que con el seudónimo de Sor Filotea le dirigió una carta exhortándola a apartarse de las letras profanas.
La escribió en 1691, cuatro años antes de su muerte.
Cuenta allí:
·         Su temprana vocación por el estudio.
·         Su intensa curiosidad intelectual.
·         Las razones por las cuales entra al convento: no le interesaba el matrimonio.
·         Las desventajas de su condición de mujer.
·         Sus esfuerzos para librarse de las presiones para que abandonara sus estudios.
·         Su vocación espiritual: “Me ha hecho Dios la merced de darme grandísimo amor a la verdad, que desde que me rayó la primera luz de la razón fue tan vehemente y poderosa inclinación a las letras que ni ajenas represiones (que he tenido muchas) ni propias reflexas (que he hecho no pocas) han bastado a que deje de seguir este natural que Dios puso en mí”.
·         El derecho de la mujer a aprender. Cita a mujeres ilustres tanto en las letras humanas como en las divinas.
·         Propone una educación para mujeres, impartida por mujeres.
·         Justifica la necesidad de aprender todas las ciencias: Lógica, Retórica, Física, Historia: derecho de llegar a leer las Sagradas Escrituras.
·         Se explaya sobre lo difícil que es estudiar sin maestros.
·         Las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres. “Mi entendimiento, tal cual, no es tan libre como el suyo, pues viene de un solar”.
Estilo: Lleno de citas en latín y alusiones a personajes y hechos no muy conocidos por el lector actual, lo que dificulta su lectura.


Vida y Obra de Sor Juana Inés de la Cruz

Su nombre verdadero era Juana Inés de Asbaje y Ramírez. Nació el 12 de Noviembre de 1651. Escritora mexicana. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. A los catorce años, fue dama en la corte de Eleonor Carreto, esposa del Virrey Antonio Sebastián de Toledo.
En 1667, con solamente dieciséis años, entro a un convento donde se hizo monja. Se esperaba de ella que todo el tiempo meditara y orara,permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés, cuya obra introdujo en el virreinato, y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad.
En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro, en los que se aprecia la influencia de Góngora y Calderón, hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales. De dichas obras se perdió gran parte. La mayoría se perdió entre los escritos en prosa que se han conservado, cabe señalar la carta a Filotea de la Cruz, seudónimo de Manuel Fernández de la Cruz. En 1960 este había echo publicar la Carta atenagorica en la que, Sor Juana hacia una dura critica al Sermón del Mandato del jesuita Portugués.
A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso», la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.
Sor Juana murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII. Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700).


 La obra de Sor Juana Inés de la Cruz

Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y del conceptismo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las personalidades más complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.
En la poesía de sor Juana hay numerosas y elocuentes composiciones profanas (redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba..." y "Detente, sombra de mi bien esquivo...". También abunda en ella la temática mística, en la que una fervorosa espiritualidad se combina con la hondura de su pensamiento, tal como sucede en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en honor a la Virgen María.
Mención aparte merece Primero sueño, poema de casi mil versos escritos a la manera gongorina en el que sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento humano que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse en un ejercicio de puro y libre goce intelectual. El trabajo poético de la monja se completa con varios hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.
En el terreno de la dramaturgia escribió dieciocho loas, dos sainetes (la comedia de capa y espada Los empeños de una casa y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto), un sarao o fin de fiesta, así como tres autos sacramentales: El divino Narciso, San Hermenigildo y El cetro de San José. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente en muchos de estos trabajos, la claridad y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.
La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le hiciera firmando con ese seudónimo el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos musicales, había también mapas y aparatos científicos.

Sor Juana Inés de la Cruz.
Período de su obra correspondiente al Barroco. 


     El “Barroco” es  un estilo artístico que marcó el período histórico que sucedió al Renacimiento y que tuvo sus repercusiones en todas las artes principales: la arquitectura, la música, la danza y también en la literatura.
     Sor Juana Inés de la Cruz vivió una época en que la literatura nacional Mexicana era copia, más o menos fiel, de la Española; “Culteranismo” (tendencia de los escritores de ese tiempo).
     La producción de sor Juana en su mayoría es poética y se considera “la mayor gloria del México Virreinal”; aún más: que únicamente por sor Juana se salva la literatura del siglo XVII, que era cultivada por poetas sin cultura ni talento.
     En España el barroco expresó la visión contradictoria de un mundo en crisis y decadencia. Los textos de algunos españoles fueron modelo de mestizos, de criollos que iniciaron la literatura colonial, estos últimos originaron “El Barroco de Indias”.
     Los géneros literarios más importantes fueron: las tragedias y las comedias, la poesía ética, lírica y religiosa. El auto sacramental de origen medieval se practicaba en fiestas y eventos. Los autores compusieron comedias y obras religiosas, la máxima expresión de la literatura  fue la lírica  culta no solo por lo poético que caracterizó el período, si no por los concursos literarios que celebran cualquier hecho (casamiento, cumpleaños de un virrey, etc.) como un homenaje. En la Nueva España el auto sacramental comenzó a representarse inmediatamente después de la Conquista, pues era un medio útil para lograr la evangelización de los indígenas. Sor Juana escribió por encargo de la corte de Madrid tres autos —El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento— cuyos temas abordan la colonización europea de América. Aquí Sor Juana retoma recursos del teatro de Pedro Calderón de la Barca y las usa para crear pasajes líricos de gran hermosura.
     El Barroco de Indias es la versión americana del Barroco europeo. Entonces se produce un sincretismo singular: el arte europeo se manifiesta con la imborrable señal de lo netamente americano y con elementos africanos. ¿Y qué es el Barroco de Indias?   El Barroco americano - que es el contexto de sor Juana Inés de la Cruz - aunque despunta del barroco europeo, se enriquece con elementos latentes de antiguas culturas americanas y africanas, y con las tradiciones regionales. El barroquismo en América refleja un desfase histórico ya que alcanza su auge a partir de la segunda mitad del siglo XVII y primera del XVIII. Destaca como el modelo europeo en América se combina con la necesidad de recuperar a un mundo cuyas referencias han sido barridas o suplantadas, lo que conecta la nueva estética con una búsqueda de identidad americana.
     El fenómeno del Barroco americano expresa una realidad ella misma caótica. Por lo que la exuberancia barroca favorece a la expresión chocante de un arte que en América ha sido reinterpretando a partir de su circunstancia: la naturaleza exuberante, la arquitectura colonial (barroca) llevando impresa los códigos de otras razas y culturas precolombinas.
     La cultura desplazada haya su manifestación estética, su exudación apenas disimulada en el tapiz del Barroco de Indias. De ahí que las creencias se enmascararon y protegieron en los santos católicos, en desdoblamientos de deidades antiguas americanas, en dioses negros y en derivaciones paganas.
     Y de ahí surge sor Juana como modelo intelectual del sabio criollo. Surge de un sufragio estético y cultural, y de una ansiedad por manifestarse en su singularidad. En sus poemas y villancicos la monja mexicana no sólo usa admirablemente el habla popular de mulatos y criollos sino que incorpora la lengua misma de los indios, el náhuatl. También se vale de imágenes y símbolos de las antiguas culturas amerindias.

Bibliografía:

Ø Parónima Literario: Lo que escriben las mujeres. Tomado de: Armas y Letras. Año I Número 4.Abril de 1944.
Ø Literatura en la época colonial.
Ø La literatura colonial. Literatura 3, Pág. 53.
Ø http://literaturaap.blogspot.com.ar
Ø Diccionario Santillana 1998.
Ø Diccionario Didáctico escolar. Santa María. 2.009.



La sociedad indiana en el siglo XVII.

    La sociedad en el año 1650 estaba formada por criollos y españoles; la vida era fácil, los recursos abundantes y la mano de obra barata.
    La arquitectura de las ciudades era fiel reflejo de su ornamentación, de generoso dispendio.
    La cultura estaba reservada para unos pocos, y el conocimiento era un ámbito solo para los hombres.
    Los tres grandes motores de esa cultura eran la iglesia, la universidad y la corte virreinal. La de México y la de Lima; dos notas la caracterizaban, su verbalismo y dogmatismo.
    Los hombres eran los únicos que podían acceder al saber, pero hubo un mujer que fue “Sor Juana Inés de la Cruz” que luchó para que la mujer pudiese también tener acceso al estudio, al saber. Ya que en la sociedad patriarcal la mujer era desvalorizada.
    Sor Juana tuvo que enfrentarse a las normas y reglas que la sociedad imponía en ese tiempo. Ella a través de su talento poético y su pensamiento, el cual era difícil de aceptar en una mujer, en una de sus obras, “La Respuesta”, denunció con ironía, las injusticias a las que se veía sometida la mujer en su sociedad.
    Sor Juana se convirtió en monja, ya que no quería hacer lo que hacían las mujeres de su época que era solamente realizar los quehaceres del hogar, casarse y tener hijos, y esa era la única forma de tener un poco más de “acceso” a la literatura y la cultura.
    Otro hecho que la ayudó a relacionarse con la cultura fue haberse convertido en dama de honor de la virreina que le permitió tener más contacto con las poesías, los textos y los saberes de esa época.
     En fin, la sociedad como ya hemos mencionado, era machista, la mujer solo debía casarse, atender el hogar y tener hijos.
   

 Bibliografía:
● Libro de literatura Argentina e Hispanoamericana. Editorial Santillana.
● Libro de literatura 3. Editorial Puerto de Palos. 

jueves, 30 de agosto de 2012

Contexto histórico-político



 Contexto histórico-político


La época en la que vivió Sor Juana Inés de la cruz se refiere a una etapa donde gobernaba España, principalmente los monarcas de Habsburgo.

La autoridad máxima era el virrey (representante del rey) y se destacaron la Audiencia y el Cabildo. Justo en este momento en donde llega a su etapa final la preponderancia de España sobre Europa.

A lo largo de estos años el virreinato español tenía bajo su mando la ciudad de México la cual era el centro político, administrativo, económico y religioso más importante de la colonia. Esta etapa fue conocida como “siglo de la depresión económica y del reacomodo social”.

La historia del México virreinal prosigue con la etapa considerada de formación e integración de varios aspectos en la sociedad novohispana. Abarca desde las primeras décadas del siglo XVII hasta el último tercio del XVIII.

La sociedad era de tipo estamental, es decir organizada en grupos de estados o estamentos. Cada grupo tenía sus caracteres propios y resultaba difícil mezclarse entre sí.

El alto clero y la nobleza formaban el primero y segundo estamento. Gozaban de los mismos privilegios como derecho a cargos reservados, exentos de pago de impuestos, derecho a tener leyes y tribunales propios, así como todo un código de honor que los separaba de los demás.Vivían fundamentalmente de las rentas de sus propiedades.

El tercer estamento lo componía el resto de la población, desde el rico banquero hasta el humilde campesino. Vivían de su trabajo, con muchas obligaciones para con el Estado, la Iglesia y sus señores. Sin embargo los más ricos e ilustrados acabarían ocupando altos cargos en el Estado, comprando títulos nobiliarios y poco apoco desplazando del poder a los privilegiados.

Desde los primeros años de la conquista, los frailes evangelizadores consideraron la coexistencia de dos culturas, que tenían modos de vida diferentes, a las que llamaron "Las dos repúblicas", la de indios y la de españoles, para las cuales se dictaron normas y reglamentaciones distintas, en relación con la vida familiar y al trabajo.

La forma de vida de los naturales cambió radicalmente, tanto en sus costumbres como en su manera de concebir el mundo, su manera de vestir, de comer, al igual que la forma de celebrar sus fiestas y de practicar su religión. Como los pueblos de indios fueron obligados a permanecer en las cabeceras de los municipios, por ello sus unidades políticas anteriores fueron desapareciendo, primero en los lugares cercanos a las ciudades y después en los lugares más lejanos.

En este país, las dos culturas que se fusionaron en la Colonia, la Indígena y la Española, poseían un profundo sentido religioso en el que se mezclaron ritos, leyendas y antiguas creencias que desembocaron en una nueva concepción, una nueva cultura que dio paso a lo que hoy conocemos como; México. El indígena aún no se recuperaba de la sorpresa causada por la ruda invasión, cuando ya se encontraba trabajando arduamente en la construcción de templos y edificios. Estas estructuras tuvieron diferentes corrientes que diseñaron y llevaron a cabo el estilo de estas obras.

La importancia del periodo colonial es determinante tanto para la historia del país como nación independiente como para la historia de todo Occidente, ya que, a partir de ese momento, América entró a formar parte del mundo que hasta entonces conocían los europeos.

La religión católica ganó nuevos e importantes territorios, cambió el lenguaje, la traza de las ciudades, las manifestaciones culturales y artísticas y se inició el mestizaje o sincretismo, es decir la mezcla entre los conquistadores y los conquistados, combinación que definió el carácter actual que tiene México.

Es en este periodo cuando pensadores novohispanos como Sor Juana Inés de la Cruz expresaron las aspiraciones de una nueva sociedad en busca de valores propios. Como parte de este proceso se admiran algunos de los logros estéticos en el campo de las artes con el auge del barroco y la relevancia de símbolos religiosos como el de la Virgen de Guadalupe.

viernes, 27 de julio de 2012

Palabras iniciales

        ¡Bienvenidos! En este espacio, nos dedicaremos a presentar información sobre una importante escritora mexicana del siglo XVII: Sor Juana Inés de la Cruz. 



Retrato de sor Juana Inés de la Cruz pintado por Andrés de Islas en 1772. Aunque realizado ochenta años después de su muerte, este retrato es una fiel copia de la imagen de la gran poetisa




        Los aportes, los realizarán alumnos de 5° año de la escuela secundaria donde trabajo, a partir de la búsqueda y selección de información relevante y válida en el marco de la asignatura Lengua y Literatura.